El error más común cuando tenemos el cuerpo enfermo
Está comprobado que más del 90 por ciento de las enfermedades y dolencias que nos aquejan en algún momento de nuestras vidas tiene su origen en nuestros pensamientos. Por ello, el error más común cuando hablamos de cuerpo enfermo es pretender curarlo sin preocuparnos por atender nuestra mente.
Nuestra mente y nuestro cuerpo están estrechamente ligados, somos un ser integral. Y aún el desarrollo de las enfermedades que sí tienen un origen completamente físico se ve influenciado por lo que ocurre en nuestra mente, por lo que pensamos y por la manera como nos relacionamos con el malestar que estemos sufriendo.
El estrés debilita nuestro sistema inmunológico
Pensemos por ejemplo que estamos sufriendo de una gripe o un proceso viral. Estas enfermedades tienen un origen físico, es decir un virus o una bacteria han entrado en nuestro cuerpo causándonos malestares tales como dolor de garganta, fiebre, tos, entre otros.
Pero en muchas ocasiones hemos caído en esta enfermedad porque nuestro sistema inmunológico se encuentra debilitado debido al estrés. Una mente estresada dispara los niveles de cortisol, lo que ocasiona que nuestro sistema inmunológico se deprima y por tanto seamos más vulnerables ante los virus, infecciones y nos enfermemos con mayor facilidad.
Además, una vez que nos hemos enfermado, si estamos estresados nuestro cuerpo demorará más en recuperarse.
Es un error atender sólo el cuerpo enfermo
Por ello, el error más común cuando nos enfermamos es atender sólo el cuerpo. Empezamos a preocuparnos por ello y a atenderlo tomando medicamentos, sin poner atención en cuál puede ser la causa de nuestra dolencia.
Muchas veces el malestar empieza simplemente a modificarse y cambia de lugar o manera de manifestarse. Lo que hoy es una gripe, la próxima semana puede ser un fuerte dolor de cabeza y más adelante un dolor en la parte baja de la espalda.
Cambiarán los síntomas y entraremos en un ciclo sin fin de enfermedad y malestar, sin que podamos llegar a un estado de salud.
Es importante que exploremos nuestra mente y tratemos de hacernos conscientes de qué puede estar ocasionándonos los malestares. ¿Qué nos molesta en nuestra vida actualmente? ¿Qué nos preocupa? ¿Hay alguna situación que sentimos que no podemos manejar y que se sale de nuestras manos?
Si realmente queremos sanar nuestro cuerpo y tener calidad de vida, debemos llegar la raíz del problema.
Auto-conocimiento y relajación
La meditación es una de las herramientas del yoga que nos ayudará en nuestro camino de autoconocimiento. Nos ayudará a explorar en nuestro interior. De esta forma podemos llegar a determinar qué factores de nuestra vida diaria pueden estar causándonos estrés y ansiedad, y podremos empezar a trabajar en ellos.
Además la práctica del yoga con todas sus herramientas: meditación, respiración y asanas, contribuirán a:
- fortalecer nuestro cuerpo físico
- equilibrar nuestro cuerpo y nuestra mente
- manejar la ansiedad, haciéndonos concentrar en el aquí y el ahora
- lograr un estado de relajación físico y de calma mental
Todos estos beneficios repercuten de manera directa en nuestra salud y bienestar general. Incorporando la práctica del yoga a nuestro día a día estaremos atendiendo a nuestro ser como una persona integral.
La meditación baja los niveles de cortisol en nuestro organismo. Hace que esto ocurra de manera significativa incluso luego de que hayamos estado expuestos a situaciones o tareas estresantes. Una alimentación saludable, libre de alto consumo de azúcar y grasas, contribuye también a que tengamos niveles de cortisol adecuados.
En fin, con la práctica del yoga nuestro cuerpo y nuestra mente estarán equilibrados, y estaremos además en armonía con el universo. Esto nos lleva a salirnos de la concepción errónea de que cuando algo nos duele o nos sentimos mal, debemos atender sólo el cuerpo, sólo la dolencia física.
Empezaremos a tener conciencia de nuestro ser integral y nos daremos cuenta de cómo las preocupaciones que tengamos dando vuelta en nuestra mente van a afectar nuestro estado de salud física.
Recordemos que cuando meditamos nos concentramos en nuestra respiración, dejando que los pensamientos pasen sin aferrarnos a ellos. Recordemos que no somos nuestra mente. Busquemos ese estado paz que hay dentro de nosotros mismos y veremos cómo esto tiene un efecto directo en cómo nos sentimos físicamente.
Mente sana en cuerpo sano, y cuerpo sano en mente sana. Namasté.