Pratyahara

Pratyahara, concentrándonos hacia dentro de nosotros

Pratyahara es el quinto de los ocho pasos de los Yoga Sutras de Patanjali que, como hemos mencionado en artículos anteriores, describen ocho aspectos que todo practicante de yoga debe seguir.

Así que, luego de los yamas, reglas de comportamiento ético que engloban la esencia del yoga, los niyamas, hábitos o conductas virtuosas de todo yogui, las asanas, posturas de la práctica del yoga, los pranayamas, técnicas de respiración empleadas controlar la energía vital, nos encontramos con el concepto de pratyahara, que se refiere a retirarnos de la experiencia sensorial con relación al mundo exterior, para concentrarnos hacia dentro de nosotros mismos.

Se considera el paso preliminar a los otros tres pasos, que son dharana, que quiere decir concentración, haciendo foco en un punto o aspecto de manera introspectiva, dhyana, que quiere decir contemplación y meditación abstracta y profunda, y samadhi, que es el estado de meditación al cual aspiramos llegar, en el cual nos sentimos integrados con el universo.

El puente hacia el mundo interior

El término pratyahara viene de dos raíces sánscritas, pratri, que quiere decir “contra” o “retiro”, y ahara, que quiere decir “alimento” y se refiere por extensión a todo lo que tomamos del mundo exterior. Así que pratyahara se entiende como tener control o retirarnos de cualquier influencia del mundo exterior.

Se considera que este paso es un importante puente entre el foco externo que tienen los asanas y los pranayamas, y el foco interno que predomina en los siguientes pasos que son dharana y dhyana, y por lo tanto, un relevante escalón preliminar hacia la meditación

Pratyahara nos ayuda a llevar nuestra mente hacia nuestro interior, reduciendo las distracciones o perturbaciones de la mente, que se conocen en sánscrito como vritti, y conduciéndonos hacia la paz mental que se requiere para la concentración y para lograr un genuino estado meditativo.

Lograr retirarnos de la influencia de lo que percibimos a través de los sentidos nos permitirá conectarnos con nuestro mundo interior, e ir creando las condiciones apropiadas para nuestra auto-realización.

Pratyahara nos llevará a entender la influencia que tiene en nuestra mente lo que percibimos a través de nuestros sentidos. También en este proceso, nos iremos dando cuenta de la función que tienen los pensamientos y sentimientos en cómo nos sentimos, y en cómo sufrimos.  

Los tres tipos de ahara

De acuerdo con la filosofía del yoga, existen tres tipos de ahara: el alimento físico, las impresiones que recibimos a través de los cinco sentidos, y la asociación con otros. De manera tradicional, la práctica de pratyahara se refiere a retirarnos de cualquier ahara que no esté nutriendo nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestro espíritu.   

Dedicarnos a trabajar pratyahara es de gran importancia en el día a día que llevamos actualmente, en el que estamos expuestos a muchos estímulos y por momentos hasta sobre-cargados de información. En la vida actual, todos necesitamos retraernos, al menos por momentos, del mundo exterior, para poder experimentar un poco de paz.

Al practicar este ejercicio de retirarnos del mundo exterior, vamos creando un espacio seguro de y para nosotros mismos. Vamos conociendo nuestro paisaje interno. Y en la medida que lo practiquemos, nos vamos sintiendo más y más familiarizados y más seguros con nuestro paisaje interior.

Cada vez nos sentiremos más cómodos yendo a ese lugar de paz interior, y esa manera de sentirnos se irá extendiendo a todo nuestro ser. Este proceso de auto-conocimiento contribuye a que llevemos una vida más equilibrada y sana.

Formas de practicar pratyahara

Existen diversas formas de empezar a llevar a cabo pratyahara en nuestra vida diaria. Veamos algunas ideas prácticas:

-Hagamos un “détox” digital: propongámonos retirarnos por un período determinado de la exposición a las redes sociales, el correo electrónico, a las llamadas y a otros estímulos digitales que recibimos de manera permanente. Aprendamos a poner límite en el tiempo que estamos conectados, por razones  sociales o de trabajo, a nuestros equipos electrónicos, para que pasemos amplios lapsos con nuestra mente libre de esos estímulos.

-Sustituyamos gran parte de ese tiempo en que no estemos conectados con la tecnología a realizar largas caminatas al aire libre, disfrutando de la naturaleza, a escuchar relajantes y hermosas piezas musicales, a darnos un reconfortante baño con agua caliente, y a sentarnos a prepararnos para la meditación, a la luz de velas y encendiendo algunos inciensos, si es de nuestro gusto.

-Disfrutemos de comer despacio y en silencio, centrándonos en los sabores de lo que estamos tomando. No comamos viendo televisión o viendo las redes sociales.

-Practiquemos el silencio: pasemos ratos del día sin hablar, simplemente desarrollemos nuestras actividades normalmente. Nos daremos cuenta de la cantidad de energía que  ahorramos permaneciendo en silencio, simplemente con una sonrisa en el rostro, aprendiendo a sentirnos cómodos en el silencio.

Empecemos con algunos minutos, y vayamos dedicando cada vez ratos más prolongados a cultivar el silencio. Veremos que esta práctica nos hace tomar una pausa, desacelerar el ritmo de nuestra vida, y disfrutar una sensación de calma.

-Al final de nuestra sesión de yoga, cuando nos entregamos a la relajación, estamos practicando pratyahara. Este hábito podemos extenderlo a varios momentos durante el día: por ejemplo, hagamos una o varias pausas conscientes durante nuestra jornada de trabajo, en las cuales nos centremos en nosotros mismos, retirándonos del entorno, cerrando los ojos y volcando la mirada hacia nosotros, de manera relajada.

Convirtamos la práctica de pratyahara en un acto esencial de auto-cuidado. Regalémonos durante el día esos preciados momentos de relajación para nuestro cuerpo y alma, que nos harán optimizar el uso de nuestra energía, y nos permitirán ir conociendo cada vez más nuestro paisaje interior.

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