¿Cómo relajar la mente y reducir el ruido de los pensamientos?
Nuestra mente está en permanente actividad, y algunas veces las preocupaciones que tenemos por el futuro, recuerdos no tan agradables que puedan venirnos del pasado, y las responsabilidades que afrontamos a diario pueden abrumarnos, y necesitamos tener un espacio en que podamos relajar nuestra mente reduciendo el ruido que producen los pensamientos.
Si no lo hacemos podemos caer en estados críticos de ansiedad. Es como que si nuestra mente se recalentara. Hay que enfriarla y no dejar que ella nos controle. Debemos identificar qué es lo que más nos inquieta en un momento dado, y aprender a observar nuestra mente, lo que nos ayuda manejar el estrés, evitando que este empiece a afectar en general nuestro bienestar y salud mental y física.
Técnicas para relajar nuestra mente
Existen diversas maneras de relajar nuestra mente, de dejar de tener una mente compulsiva y tener una mente observada. Vamos a conocerlas para empezar a ponerlas en práctica:
Meditación: está comprobado que la meditación es una herramienta muy valiosa para manejar la ansiedad, y que trae múltiples beneficios a nuestro cuerpo y nuestra mente. Se trata de concentrarnos en nuestro interior, en busca del estado de presencia, es decir de sentirnos en el aquí y el ahora.
Esta práctica puede llevarse a cabo de diversas formas, pero en todas es necesario que lo hagamos en un lugar tranquilo, en una posición en la que nos sintamos cómodos, y que tengamos realmente la disposición a entregarnos a este ejercicio.
Una de las modalidades que se recomiendan para quienes se inician en esta práctica es la meditación de visualización calmante:
- sentémonos en una posición cómoda, manteniendo siempre la espalda recta
- cerremos los ojos y empecemos a respirar lenta y profundamente, concentrando nuestra atención en la respiración
- sintamos cómo entra el aire a nuestro cuerpo y cómo sale fluidamente
- empecemos a visualizar que estamos en un lugar tranquilo, de nuestra preferencia. Puede ser una playa, un paraje de montaña, un parque, cualquier lugar en el que nos sintamos a gusto
- visualicemos que el tiempo es perfecto, la temperatura, la brisa, el sol. Sintamos todos los elementos del entorno alrededor de nosotros y disfrutémoslos
- sintamos el sol y la brisa sobre nuestra piel
- percibamos los sonidos de la naturaleza que nos rodean: el canto de los pájaros, el sonido del agua
- percibamos también el aroma del aire marino, o de montaña, según el lugar que hayamos escogido
- continuemos respirando enviando el aire hacia nuestro abdomen primero y luego explusándolo suavemente
- si algún pensamiento viene a tu mente, acéptalo, pero no lo juzgues, simplemente déjalo ir, como una nube que pasa
- continuemos respirando lenta y profundamente, y cada vez que un pensamiento venga a nuestra mente dejémoslo ir
- poco a poco, soltemos el lugar que hemos visualizado y volvamos al lugar real donde nos encontramos, continuemos con la respiración consciente, y abramos los ojos lentamente
- permanezcamos unos segundos más sentados, y sintamos que nuestro cuerpo se encuentra relajado y nuestra mente en calma
Al principio podemos poner una alarma para estar seguros que vamos a dedicar al menos unos diez minutos a esta práctica. Con la práctica regular nos será cada vez más fácil lograr ese estado meditativo y los beneficios serán cada vez mayores.
Atención plena: la atención plena o mindfulness podemos practicarla en cualquier momento del día. Su objetivo es simplemente que estemos presentes.
Podemos practicar la atención plena haciendo cualquier actividad sencilla que hagamos durante el día. Digamos por ejemplo que vamos a arreglar las jardineras o el jardín de nuestra casa. Se trata de que durante el tiempo que dediquemos a esa actividad concentremos toda nuestra atención en ella.
Es lo más importante para nosotros en ese momento y todos nuestros sentidos estarán concentrados en ella. Observémonos a nosotros mismos cortando las ramas secas de nuestro jardín, aflojando la tierra con una pala, observemos a nuestras manos hacer lo que estamos haciendo, observemos cada una de las partes de las plantas de nuestro jardín, sintamos como está la tierra, la humedad y temperatura.
En fin concentrémonos completamente en lo que estamos haciendo. Respiremos calmadamente, observemos nuestro cuerpo y relajemos cualquier tensión que podamos tener en algún punto. Si no estamos seguros, hagamos el ejercicio de aplicar tensión en algún punto del cuerpo para luego aflojar la tensión y sentir la diferencia.
En el momento de regar las plantas, sintamos la temperatura del agua, observemos el agua cayendo sobre la tierra y sobre las plantas. Pensemos en lo bien que les cae esa hidratación a las plantas. Si viene a nuestra mente un pensamiento que nos recuerde que debemos hacer alguna otra cosa, le diremos que tiene que esperar. Si viene a nuestra mente algún otro pensamiento dejémoslo ir sin ponerle atención.
Hagamos esta actividad, o la que hayamos escogido, sin prisa alguna. Al terminar, dejemos todo en orden, y disfrutemos lo bello que ha quedado nuestro jardín observándolo calmadamente durante unos minutos.
Yoga: el yoga es otra práctica idea para relajar nuestra mente. De hecho, la meditación, de la que ya hemos hablado es una de las herramientas del yoga. La ejecución de asanas, siempre acompañados por la respiración, nos hace ejercitar la musculatura y las articulaciones, y ayuda a aliviar las tensiones ya lograr la relajación del cuerpo.
Los pranayamas nos ayudan a oxigenar el cuerpo, a concentrarnos en el momento presente, y a lograr un estado de paz mental. El yoga equilibra el cuerpo y la mente, y nos hace sentir relajados.
Para tener un sueño de calidad, que es muy importante también para mantenernos sanos y relajados, se recomienda realizar una meditación antes de dormir. Hagamos de la respiración consciente y de la actitud de atención plena nuestros principales aliados durante todo el día.
La práctica de estas técnicas nos ayudará a relajar la mente, a reducir el ruido de los pensamientos, y a que vayamos sintiendo paz en nuestro interior.