¿Por qué sentimos el pecho apretado y que nos cuesta respirar?
La mayoría de nosotros hemos sentido en algún momento el pecho apretado y que nos cuesta respirar. Nos preguntamos por qué sentimos el pecho apretado y que nos cuesta respirar? Esto puede deberse a un sinnúmero de causas. Algunas son de origen orgánico y otras de orden psicológico o emocional.
Esta es una sensación muy desagradable que generalmente causa temor. Lo primero que pensamos es que podemos estar sufriendo un infarto. Esto nos pone más nerviosos y puede hacer que la sensación de opresión en el pecho aumente.
Si con frecuencia sentimos el pecho apretado y que nos cuesta respirar debemos detenernos a pensar qué pueda estar causándonos esa sensación. En muchos casos puede estar asociado a un cuadro de ansiedad.
¿Por qué sentimos sentimos el pecho apretado?
No solo un ataque cardíaco sino también algunas afecciones gastrointestinales, pulmonares, osteo-musculares y psicológicas pueden hacernos sentir el pecho apretado. Pero esto debe determinarlo un médico. Debemos acudir al médico si estos síntomas permanecen durante varios días, o van y vienen con demasiada frecuencia, aumentan de intensidad, y se acompañan de otras señales y cambios en nuestro organismo.
Entre las dolencias que pueden producir opresión en el pecho y dificultad para respirar podemos mencionar el COVID, la neumonía y el asma, además de otras de origen gastrointestinal el reflujo gástrico y la presencia de úlceras en el sistema digestivo.
A veces también algún desgarramiento o distensión muscular por algún movimiento inadecuado que hayamos hecho o algún peso excesivo que hayamos cargado pueden causarnos dolor en el pecho.
Las causas pueden ser muy variadas. Y si se trata de una dolencia física el especialista médico indicará el tratamiento adecuado, de acuerdo al diagnóstico. Es importante buscar orientación profesional y evitar ponernos a suponer qué es lo que tenemos.
La causa del pecho apretado puede ser la ansiedad
Si descartamos con nuestra vista al médico que estemos sufriendo alguna dolencia física, entonces sentir el pecho apretado y no poder respirar pueden estar ocasionados por estrés y ansiedad. Podemos sentir también náuseas, sudoración, mareos, taquicardia, nerviosismo y tensión muscular, todo producto de la ansiedad.
La ansiedad es una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos, ideas o imágenes, que son percibidos como amenazantes y/o peligrosos.
La ansiedad por sí misma no es patológica, pero cuando se produce de forma exagerada en intensidad y se prolonga en el tiempo de forma incontrolable empieza a afectar nuestra salud física y emocional. Así que debemos aprender a gestionarla para que no se convierta en un obstáculo en cualquiera de los aspectos más importantes de nuestra vida.
En casos de trastornos de ansiedad a veces también es necesario buscar ayuda terapéutica. En este caso un psicólogo nos ayudará a entender qué es lo que pueda estar ocasionándonos esos cuadros de ansiedad agudos y nos dará herramientas para manejarlos.
Estar al aire libre
En nuestra vida cotidiana, hay varias medidas que podemos tomar que nos ayudarán a gestionar la ansiedad, y con ello a mejorar de los síntomas físicos que esta nos causa. Hacer ejercicio físico y mejor aún si es al aire libre, es excelente para combatir los estados de ansiedad. El movimiento hace que produzcamos más endorfinas, que es la hormona del bienestar, nos relajaremos y nos sentiremos mejor.
Estar al aire libre nos permite respirar aire puro, recibir los rayos del sol, que son fuente de energía, y observar y disfrutar de la naturaleza, ese cuadro del aquí y el ahora, que nos sitúa, nos relaja, y nos lleva al estado de presencia.
El yoga y la meditación: aliados contra la ansiedad
Entre las disciplinas que debemos incluir en nuestra vida diaria están el yoga y la meditación. El yoga nos ayuda a conectar nuestro cuerpo y mente. La meditación nos permite liberar nuestra mente del flujo continuo de pensamientos que son los que nos llevan a anticipar situaciones, a pensar en las dificultades que vamos a tener para manejarlas, en que no vamos a poder hacerlo, lo que puede conducirnos a ataques de pánico.
Manteniendo entre nuestras rutinas diarias la práctica del yoga y la meditación viviremos y disfrutaremos del aquí y el ahora.
Cuando practicamos yoga nos concentramos en nuestra respiración, en nuestro cuerpo, en las posturas. Creamos conciencia corporal para, entre otras cosas, darnos cuenta de los puntos de tensión que tenemos en nuestro cuerpo y relajarlos.
Cada movimiento o postura en el yoga va acompañado de la respiración. Esto hace que nuestro cuerpo se oxigene mejor. La postura del camello (ustrasana) que consiste en, estando arrodillados, llevar el tronco y la cabeza hacia atrás apoyando las manos en los talones, es muy recomendable para abrir el pecho y mejorar la respiración.
Las tan conocidas posturas del perro boca abajo y el perro boca arriba también son adecuadas para relajar y abrir el pecho y permitirnos respirar mejor.
Los minutos que dediquemos a la meditación durante el día son valiosísimos para lograr estar en el momento presente y no dejarnos ganar por la ansiedad. En la posición que elijamos porque nos resulte cómoda para meditar, es importante siempre mantener la espalda recta para que el aire que entra a nuestro cuerpo fluya libremente por nuestra columna vertebral y por todos nuestros chakras. Esto es liberador y nos carga de energía
Alimentación saludable
También es importante que mantengamos rutinas saludables en todos los aspectos de nuestra vida. Nuestra alimentación debe ser saludable, evitando el consumo de alimentos procesados, excesivamente condimentados y fritos. También debemos evitar el consumo excesivo de cafeína y otras bebidas estimulantes, y consumir frutas y vegetales crudos.
Debemos dedicar tiempo a hacer actividades creativas y recreativas que nos gusten, tales como la pintura, el bordado, tocar algún instrumento, cantar, bailar, o cualquier otra que nos guste y queramos hacer solo por el placer de hacerla.
También debemos mantener un ritmo de alternancia entre las horas de trabajo, recreación y descanso. Es importante conservar el contacto social con amigos y familiares con quienes disfrutemos compartir.