Náuseas por ansiedad
Entre los síntomas físicos que podemos sentir en algún momento a causa del estrés y la ansiedad pueden estar las náuseas o ganas de vomitar.
Cuando nuestro sistema nervioso activa el sistema simpático por recibir señales de que estamos en peligro o en tensión, el funcionamiento de nuestro sistema digestivo se altera. Los procesos digestivos requieren de mucha irrigación sanguínea. En momentos de tensión, el organismo segrega adrenalina y envía mayor flujo sanguíneo más bien a ciertas partes del cuerpo que se considera vamos necesitar en situación de huida o de defensa.
Por esa razón en momentos de estados de ansiedad agudos podemos sentir dolor de estómago, como que si se nos paralizara la digestión, náuseas o diarrea entre otros malestares. En este caso nuestro estómago nos está enviando señales. Está llamando nuestra atención, y debemos prestársela, agradecerle porque nos está haciendo un llamado a que nos atendamos, a que nos cuidemos y a que trabajemos en controlar el estrés y la ansiedad.
Trabajar la ansiedad
En estos casos las náuseas son un síntoma de la ansiedad, por lo que al trabajar y controlar la ansiedad esas señales del sistema digestivo mejorarán.
Debemos estar atentos también a que puede crearse un círculo vicioso. Si un estado de ansiedad nos causa ganas de vomitar y el malestar es demasiado desagradable podemos empezar a desarrollar un sentimiento de miedo o rechazo a vomitar. Esto hará que cuando sintamos náuseas nos pongamos aún más ansiosos.
Así que cuando sintamos ganas de vomitar no nos asustemos. Respiremos profundo, enviando oxígeno a nuestro estómago, relajando todo nuestro cuerpo tanto por fuera como internamente. Enviemos a nuestro estómago mensajes de que estamos en el presente, que estamos a salvo, que estamos trabajando en buscar el equilibrio cuerpo-mente.
Trabajemos en identificar cuáles son los pensamientos, temores, ideas o enojos que nos puedan estar causando ansiedad. Ellos son los que tenemos como atascados en el estómago. Pidamos perdón a nuestro cuerpo por causarle malestar y tratemos de sacar esos enojos o disgustos de nuestro organismo.
Una buena práctica puede ser escribir en una hoja de papel cuáles son esas cosas que nos causan temor o enojo, y hacer el ejercicio de distanciarnos de ellas, de darnos cuenta de que estamos magnificándolas o anticipándolas, que en realidad no representan un peligro inminente en el momento actual.
Trabajemos también en dejar ir personas y situaciones que nos causen incomodidad, y en no tratar de controlar lo que no podemos controlar. Dediquemos tiempo de manera regular a hacer cosas que realmente nos guste hacer y disfrutémoslas.
Meditación como práctica diaria
Mantengamos la práctica de la meditación como un hábito diario. Realicemos nuestra sesión en el momento del día en que nos sea más conveniente, siempre buscando un lugar y momento tranquilo en el que podamos dedicarnos esos minutos a concentrarnos en nuestra respiración, a relajar todo nuestro cuerpo y a dejar pasar los pensamientos sin engancharnos en ellos.
Enviemos a todos los puntos de nuestro cuerpo oxígeno, relajación y el mensaje de que estamos aquí y ahora, íntegros.
Sanar nuestro sistema digestivo
También es recomendable tomar acciones que nos ayuden a sanar nuestro sistema digestivo, que se irá recuperando poco a poco en la medida en que seamos capaces de manejar nuestra ansiedad y por lo tanto nuestro estómago y vías digestivas reciban menos agresiones por parte de nuestro estrés.
En este sentido la recomendación más importante es mantener una alimentación saludable en la que ingiramos solo alimentos naturales, crudos los que puedan consumirse de esa manera y cocinados al vapor o a la plancha los que deban cocinarse.
Debemos respetar nuestros horarios de comida durante el día, haciendo tres comidas regulares y dos meriendas. En el momento de comer, dediquémonos a ello, comamos despacio, alejando de nuestra mente preocupaciones y disfrutando los sabores y texturas de los alimentos. Mantengámonos también bien hidratados durante el día tomando además de agua, infusiones tales como manzanilla, tilo, u otras hierbas que puedan resultar digestivas.
Posturas de yoga recomendadas
Las posturas de yoga en las que acostados boca arriba plegamos las piernas dobladas sobre el pecho o las posturas de torsión son muy recomendables para el sistema digestivo. Estas posturas ofrecen un alivio inmediato a las náuseas. Veamos algunas de ellas:
- Torsión recostada: nos recostamos boca arriba en el piso, inhalamos llevando las piernas al pecho y luego exhalamos dejándolas caer a hacia un lado. La mirada va en sentido contrario. Debemos tener cuidado de no despegar los hombros del piso. Permanecemos relajados en esta posición de torsión durante varias respiraciones.
Regresamos las piernas y la mirada al centro. Repetimos el ejercicio dejando caer las piernas hacia el otro lado y la mirada al lado opuesto. Volvemos al centro.
- Rodillas al pecho: nos quedamos un rato recostamos, abrazando las rodillas al pecho, con la espalda bien pegada al piso, respirando profundamente y manteniéndonos relajados.
- Torsión sentada: sentados en el piso en posición de piernas cruzadas y con la espalda recta, llevamos la mano derecha a la rodilla izquierda y la mano izquierda la apoyamos detrás de nosotros lo más cerca de la columna que sea posible, la mirada va sobre el hombro izquierdo. Permanecemos en esa torsión durante varias respiraciones.
Volvemos al centro y repetimos el ejercicio hacia el otro lado.
- Postura del niño: sentados sobre los talones, mantenemos la cola pegada a los talones y bajamos el torso hacia adelante pegando la frente al piso. Los brazos reposan en el suelo estirados por encima de nuestra cabeza. Permanecemos en esta postura durante varias respiraciones.
Podemos ver estas posturas, que son muy beneficiosas para el sistema digestivo, en el siguiente enlace https://www.instagram.com/p/CZXlrlgpMgZ/
La realización de estas secuencias y la práctica disciplinada del yoga y la meditación nos ayudarán a controlar la ansiedad, y por ende a mejorar el funcionamiento de nuestro sistema digestivo, y a aliviar síntomas como las náuseas y otros malestares que son causados en nuestro organismo por la acumulación de estrés. Sin duda alguna nos sentiremos mejor y nuestro cuerpo nos lo agradecerá.