Yoga para Niños: aprenda el paso a paso para practicarlo
Al igual que los adultos, los niños actualmente llevan una vida agitada, con múltiples actividades y tienen un horario que cumplir. Sin contar, además, la sobreestimulación de tecnología e información a la que está sometida esta nueva generación desde bebés. Todo este conjunto de factores terminan, a largo plazo, provocando en el niño estados de ansiedad, estrés, hiperactividad e incluso depresión. Es antes de llegar a esto cuando los padres deben detenerse a observar si su hijo, o hija, presenta algún indicio de desmotivación, irritabilidad o tristeza.
Estos niños, al igual que los adultos, necesitan frenar un poco su acelerado estilo de vida y conectar consigo mismos nuevamente; he aquí la importancia de la práctica de Yoga en los infantes. Esta disciplina les permitirá:
- Sentir que vuelven a tener control sobre sí mismos;
- Relajarse;
- Calmar su malestar;
- Además, por supuesto, de ayudarlos a optimizar su capacidad de concentración para todos los ámbitos de la vida.
Se recomienda que se comience a practicar a partir de los 4 años, debido a que es ahí cuando tienen un mayor dominio sobre su cuerpo y sus movimientos. Debemos mencionar que la práctica de Yoga, también, favorece el desarrollo de la psicomotricidad a edades tempranas, acompañando el trabajo de los padres, la escuela y las actividades extracurriculares (como deportes, danza, etc.).
Para los niños todo es un juego, por ello, no será difícil lograr que se animen a practicar esta disciplina, pues lo verán como otro juego más donde hay que estirar, mantenerse concentrado en una postura y en la respiración. Igualmente, se debe comenzar de a poco, alrededor de una o dos veces por semana, para ver cómo se adapta y si lo disfruta.
No olvidemos que la paciencia con los pequeños es crucial siempre, si los forzamos o presionamos a realizar las posturas correctamente o a no distraerse desde el comienzo, posiblemente termine abandonando la actividad. Sin embargo, si como adultos enseñamos y demostramos la paciencia, él o ella misma aprenderá también a tenerla con su persona y con los demás; mejorando así su tolerancia a la frustración y su vínculo con los pares.
¿Qué se necesita?
La ropa holgada es importante para facilitar las posturas y sentirse más libre al moverse. Es necesario, además, que se encuentren en un espacio ventilado, limpio y seguro, con el mayor silencio posible o con algo de música relajante y tranquila que no los distraiga.
Se debe contar con una colchoneta por persona para llevar a cabo esta disciplina, pues es más cómodo y evita resbalarse. Los infantes pueden estar descalzos o con medias puestas, cualquier manera que les sea más agradable.
¿Con qué posturas comenzar?
Para introducirlos al mundo del Yoga, se debe empezar con posturas sencillas y no reiterarlas demasiadas veces, ya que puede llegar a resultarle aburrido, y es imprescindible que el Yoga se ejecute con buena actitud. A continuación, veremos cinco posturas fáciles para comenzar a practicar con los niños:
- El indio: puede comenzarse la práctica respirando profundamente con esta sencilla postura que consiste en sentarse de piernas cruzadas, con la espalda recta y las manos tocándose las palmas a la altura del pecho.
- El perro: se apoyan manos y pies en la colchoneta y el resto del cuerpo se eleva formando un ángulo. Se mantiene la postura mientras se exhala y luego aflojamos, volviendo a una postura más cómoda para descansar.
- El gato: se apoyan manos, rodillas y pies en la colchoneta. Luego se inclina hacia abajo la cabeza a la vez que se arquea la espalda, mientras se inhala profundamente. A continuación, se exhala subiendo la cabeza, arqueando la espalda hacia abajo. Se repite el movimiento las veces deseadas.
- El niño: consiste en sentarse de rodillas, con los glúteos sobre sus talones, y bajar el torso hasta que la frente toque el piso. Los brazos deben estar extendidos a los lados del cuerpo de la persona.
- El árbol: se realiza de pie, comenzando con los pies separados al ancho de la cadera, mirando hacia un punto fijo lejano para ayudarnos a concentrarnos. Luego, se colocan las manos con las palmas enfrentadas en nuestro pecho y, posteriormente elevamos la pierna izquierda, de modo que la planta de el pie izquierdo quede apoyada en la parte interna de nuestro muslo derecho. Por último, levantamos las palmas de las manos juntas hacia el cielo.
Si se practica el Yoga con cierta frecuencia, los cambios en el estado de ánimo y emocional de los niños será notorio en poco tiempo. ¿Qué esperas para invitar a algún pequeño a intentarlo?